Cada 8 de marzo se celebra el “Día Internacional de la Mujer” para conmemorar la lucha inclaudicable de un grupo de mujeres que en 1908 perdió su vida al declararse en huelga en una fábrica textil de Nueva York, en pos de reclamar una jornada laboral de 10 horas y un salario igual al de los hombres que realizaban las mismas tareas. Los dueños de la fábrica habían encerrado a las trabajadoras para forzarlas a permanecer en el trabajo y no unirse a la huelga, y un incendio que se atribuyó al dueño de la misma provocó la muerte de 129 mujeres.
La historia del 8 de marzo está atravesada por contextos y hechos que abren un escenario muy complejo: distintos acontecimientos marcados por la Primera Guerra Mundial, la revolución rusa, los enfrentamientos entre socialistas y sufragistas, la lucha por el sufragio femenino y el creciente auge del sindicalismo femenino durante las primeras décadas del siglo XX.
Pero fue recién en 1910, durante la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras celebrada en Copenhague (Dinamarca) cuando más de 100 mujeres aprobaron declarar el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora; y en 1975, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer.
Con el correr de los años, la importancia de esta fecha se ha ido ampliando, y se ha vuelto emblemática no sólo en el sentido de la lucha por la igualdad de derechos que estas mujeres impulsaron, sino también para visibilizar la violencia de género, la desigualdad de poderes, y otros temas de interés en relación a la vulnerabilidad de las mujeres que aún están sin resolver.